En la naturaleza, la sorpresa y la exuberancia no siempre provienen de la mano de la inteligencia artificial. ¿Sabías que existe un pájaro que parece haber sido pintado con los tonos del arcoíris? Conoce al ‘Vinago Cuellirrosa‘, un ave singular que no es producto de la tecnología, sino de la propia evolución natural.
En los frondosos bosques del Sudeste Asiático habita este fascinante ser alado, el Vinago Cuellirrosa (Treron vernans), popularmente conocido como la paloma arcoíris. Su apariencia es tan extraordinaria que su nombre científico, otorgado por Linneo, refleja la admiración que despertó en él. El epíteto específico ‘vernans’, derivado del latín vernantis, significa ‘brillante‘, ‘floreciente‘ o ‘primaveral‘.
Esta especie, integrante del género Treron, agrupa a alrededor de 30 especies de palomas verdes distribuidas por Asia y África, todas con colores llamativos y vibrantes.
La paloma arcoíris presenta una asombrosa variedad cromática, particularmente evidente entre el macho y la hembra. La hembra exhibe un pecho, garganta y cara de tonos amarillentos, mientras que el macho deslumbra con un cuello y parte del pecho en un vibrante tono rosa, un abdomen anaranjado y una cabeza grisácea.
Con cerca de 30 centímetros de longitud y un peso aproximado de 150 gramos, este aviar no solo impresiona por su colorido, sino también por sus distintivos sonidos. A diferencia de la típica melodía de la paloma bravía, el macho de la paloma arcoíris emite un silbido compuesto por tres sílabas seguido de un arrullo corto y áspero.
En su hábitat natural, estas aves construyen sus nidos a poca altura, donde la hembra pone dos huevos incubados alternativamente por ambos progenitores. Una vez nacen, tanto el macho como la hembra se dedican al cuidado de los polluelos durante un par de semanas, hasta que estos abandonan el nido.
Esta especie, de distribución en territorios como Camboya, Indonesia, Malasia, Tailandia, Vietnam, Singapur y Filipinas, prefiere los entornos boscosos y no es un ave migratoria. Su presencia en campos y plantaciones brinda acceso a una gran cantidad de alimento, lo que ha contribuido a su relativa abundancia y estabilidad poblacional.
El Vinago Cuellirrosa, un verdadero tesoro de la naturaleza, muestra su esplendor en los trópicos y ha encantado a observadores con sus deslumbrantes colores, recordándonos que la belleza más extraordinaria a menudo proviene de la evolución natural.
