Un nuevo delfinario ha cerrado para siempre, y aunque no se trata del famoso tanque del Barceló Maya Grand Resort, la noticia sigue marcando un punto de inflexión en la lucha contra la explotación de delfines en la Riviera Maya.

El delfinario en cuestión estaba ubicado dentro de un hotel de la cadena española Bahia Principe, con condiciones similares a las del Barceló: un tanque de concreto, pequeño y poco profundo, administrado por la empresa Dolphinaris, la misma que gestiona el delfinario de Barceló.
La rápida clausura del delfinario de Bahia Principe, ocurrida hace aproximadamente un mes, coincide con la muerte de Kala, el delfín del delfinario de Barceló que desató indignación global. Se cree que, tras la muerte de Kala, Dolphinaris trasladó un delfín desde Bahia Principe para reemplazarlo en Barceló, lo que expone la cruda realidad de estos centros: los delfines son tratados como meras piezas intercambiables.
Según fuentes cercanas, el fallecido propietario de Bahia Principe era un defensor del delfinario, pero sus hijas, que heredaron el hotel, decidieron cerrarlo. En medio del escándalo y la creciente presión de activistas, este cierre parece más un intento de control de daños que un verdadero acto de compasión.

Lo que sí queda claro es que los delfines no pertenecen a los hoteles, los turistas sí. La impunidad con la que estas cadenas hoteleras operan en México, sometiendo a los animales a condiciones que jamás serían permitidas en España, es alarmante.
La pregunta ahora es: ¿seguirán el ejemplo del Bahia Principe otros hoteles en Cancún? Es momento de que la industria turística se actualice y deje de lucrar con la explotación de estos animales.