En la ciudad de Natal, en la costa noreste de Brasil, se encuentra una maravilla natural que sorprende a propios y extraños: el árbol frutal más grande del mundo. A simple vista parece un extenso bosque, pero en realidad se trata de un único ejemplar conocido como el Cajueiro de Pirangi.
Su tamaño es descomunal: ocupa 8.500 metros cuadrados, lo que equivale aproximadamente a un campo de fútbol. Este crecimiento excepcional se debe a una anomalía genética que provoca que sus ramas, al tocar el suelo, enraícen y generen nuevos tallos, extendiéndose sin límites y dando la impresión de ser una arboleda completa.
Además de su majestuosidad, el Cajueiro de Pirangi es también un prodigio productivo: cada año puede dar más de 50.000 toneladas de anacardo, un fruto muy apreciado en la gastronomía mundial. Sin embargo, su expansión ha generado algunos desafíos para las autoridades locales, que deben podar el árbol regularmente para evitar que invada viviendas y carreteras cercanas.

El árbol, que ya es considerado un atractivo turístico de la región, no solo despierta asombro por su inmensidad, sino también por el misterio de su crecimiento inusual, que lo ha convertido en un verdadero símbolo de la riqueza natural de Brasil.






