Las nutrias marinas, los mamíferos marinos más pequeños, esconden un detalle tan curioso como fascinante: bajo sus peludos antebrazos tienen pliegues de piel que funcionan como bolsillos naturales. Allí no solo guardan bocadillos, sino también algo mucho más valioso: su roca favorita.
Los científicos han descubierto que muchas nutrias seleccionan una piedra especial para usarla como herramienta al momento de abrir presas difíciles como almejas, mejillones o erizos de mar. Algunas la conservan durante meses e incluso años, convirtiéndola en un objeto indispensable de su vida diaria.
Estas rocas, que pueden funcionar como martillos o yunques, son prueba de la notable inteligencia y capacidad de resolución de problemas de las nutrias marinas, un comportamiento que rara vez se observa fuera del mundo de los primates.
El uso de herramientas resulta vital para la supervivencia, especialmente en el caso de las hembras. Más pequeñas y con mordidas menos potentes que los machos, dependen de las piedras para acceder a alimentos ricos en calorías mientras crían a sus crías, que demandan muchísima energía. A su vez, los pequeños aprenden este conocimiento observando a sus madres, transmitiendo así una verdadera tradición práctica.
Además de ser un ejemplo de ingenio animal, este hábito tiene un impacto directo en el equilibrio ecológico: al cazar erizos de mar, las nutrias protegen los bosques de algas, ecosistemas fundamentales que sostienen la biodiversidad marina.
En definitiva, estas criaturas no solo saben romper conchas, sino que son una pieza clave para mantener océanos más saludables.






