Nepal encontró una manera innovadora de reutilizar los desechos plásticos que cada año amenazan con saturar basurales y contaminar ríos y montañas. Inspirados en experiencias exitosas de otros países, ingenieros y organizaciones locales comenzaron a experimentar con un modelo en el que el plástico triturado se convierte en parte del asfalto de las carreteras. Así, envoltorios de galletas, paquetes de fideos vacíos y otros plásticos de difícil reciclaje, que normalmente terminarían en vertederos, ahora forman parte de las calles.

En la ciudad de Pokhara, con unos 600.000 habitantes, ya se pavimentaron más de un kilómetro y medio de caminos con este sistema, gracias a la iniciativa de la organización Green Road Waste Management. Su fundador, Bimal Bastola, explicó que cada kilómetro construido puede aprovechar alrededor de dos toneladas métricas de plástico triturado, transformando un problema ambiental en una oportunidad para la infraestructura.
El Gobierno nepalés también mostró interés en ampliar la idea. De hecho, el Departamento de Carreteras en Katmandú tiene previsto realizar este año una prueba en un cruce de la capital. No obstante, los ingenieros señalan que es fundamental comprobar que este tipo de pavimento cumpla con los estándares de calidad y durabilidad, para garantizar que la innovación sea sostenible a largo plazo.
La tendencia no es exclusiva de Nepal. Países como India, Singapur, Sudáfrica, Filipinas y Países Bajos ya llevan años experimentando con la incorporación de plásticos en las carreteras. India, por ejemplo, cuenta con casi 40.000 kilómetros de caminos construidos bajo este modelo, 13.000 de ellos inaugurados en los últimos dos años.
Entre los beneficios más destacados de este sistema se encuentran la reducción de desechos, el menor uso de materiales convencionales como el alquitrán, una mayor resistencia al agua y una vida útil más prolongada para las carreteras. Sin embargo, expertos advierten que aún deben estudiarse en profundidad los posibles impactos negativos, como la emisión de gases durante la fabricación del pavimento, la liberación de microplásticos y el manejo adecuado de estas carreteras al final de su ciclo de vida.
Aun con estas dudas, la propuesta despierta gran interés. En Nepal, el camino recién empieza, pero si los resultados son positivos, las llamadas “carreteras plásticas” podrían convertirse en una pieza clave para enfrentar dos desafíos urgentes: la crisis ambiental generada por los residuos plásticos y la necesidad de contar con una infraestructura vial más resistente y sostenible.





