Lo que iba a ser un viaje rutinario entre Bucaramanga y Bogotá (vuelo AV8579 de Avianca) terminó convirtiéndose en una pesadilla para los pasajeros. Todo ocurrió el 31 de agosto de 2025, en el Aeropuerto Internacional Palonegro, justo cuando la aeronave estaba en proceso de rodaje hacia la pista y lista para despegar.
Un joven sentado en el puesto 24D irrumpió el silencio de manera inesperada. Se levantó, visiblemente agitado, y comenzó a repetir frases que sembraron el pánico: “Yo lo hago por todos ustedes, no por mí”, y luego: “para mí no valen nada”. Su actitud generó una atmósfera de temor y confusión entre quienes iban sentados a su alrededor.
Los pasajeros, aterrados, se preguntaban si era una amenaza real o un simple gesto de angustia. Algunos se escuchaban decir: “¿Será que tiene una bomba?”, mientras otros intentaban calmarse pensando que no habría sido dejado subir si representara un peligro. La tensión aumentó cuando él regresó a su sitio tras hablar con la tripulación, y dijo en un tono inquietante: “Ustedes dirán si me bajo o no. Yo lo hago por ustedes, pero digan algo”.
La tripulación, en rapidez y calma, activó el protocolo de seguridad. El pasajero fue escoltado hasta la puerta y detenido por la Policía Metropolitana de Bucaramanga. Mientras esperaban, algunos pasajeros lamentaron su actuación con expresiones como: “Metiéndole miedo a la gente… vaya a cuidar a su familia…” o “Escandaloso, ‘niño cristal’… no queremos que te quedes”.
Tras su detención, el avión fue evacuado sin mayores incidentes y revisado por las autoridades. Se descartó la presencia de explosivos u otros elementos de riesgo. Solo después de más de media hora y tras la intervención de las autoridades sanitarias y policiales, los pasajeros pudieron reembarcar y el vuelo despegó con un ligero retraso.
Según información posterior, el joven fue identificado como un estudiante de 21 años, de Ocaña, Norte de Santander, que presentaba un estado maniaco y fue trasladado para su valoración psiquiátrica.
En resumen: lo que comenzó como un día normal se convirtió en una situación límite a bordo —una clara muestra de cómo una sola persona puede transformar el miedo en una emergencia real—. El incidente subrayó la importancia de estar siempre alerta y preparados, incluso cuando todo parece seguir su curso habitual.
