La mansión argentina que tiene 114 y es un palacio lleno de historia

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Durante sus primeros 13 años, la residencia permaneció prácticamente deshabitada. Posteriormente, se convirtió en la residencia de un presidente y, desde 1952, alberga la Nunciatura Apostólica en la ciudad

Entre todas las magníficas mansiones construidas a lo largo de la famosa Avenida Alvear, en el barrio de Recoleta en Buenos Aires, destaca el icónico Palacio Fernández Anchorena.

Esta notable propiedad, con una historia de 114 años, fue concebida por Juan Antonio Fernández y Rosa Irene de Anchorena. Sin embargo, sorprendentemente, la pareja nunca llegó a habitarla ni siquiera a conocerla.

Con el paso del tiempo, después de haber sido residencia de un expresidente y de recibir visitas muy especiales, el Palacio Fernández Anchorena encontró su destino final como sede de la Nunciatura Apostólica de Buenos Aires.

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Siguiendo la tendencia de otros matrimonios acomodados de la época, Juan Antonio Fernández y Rosa Irene de Anchorena decidieron emprender la construcción de una majestuosa mansión en la Ciudad de Buenos Aires.

En este caso, en 1907, la pareja contrató al arquitecto francés Edouard Le Monnier para llevar a cabo la construcción de la mansión, con el objetivo de cumplir con los plazos de entrega. La propiedad fue finalmente inaugurada en 1909.

Sin embargo, como se ha mencionado anteriormente, durante los primeros 13 años de su historia, la mansión permaneció prácticamente deshabitada. Solo el personal de servicio doméstico vivía en ella y se encargaba de mantener las instalaciones limpias a diario.

Se cree que la razón por la cual la pareja nunca visitó la casa fue debido a una lesión en la pierna sufrida por Juan Antonio Fernández, lo que los llevó a cancelar el viaje y nunca más planificarlo.

Otro dato curioso es que, a pesar de que los cuatro hijos de la pareja visitaron Argentina en varias ocasiones, optaban por hospedarse en hoteles en lugar de aprovechar el Palacio Fernández Anchorena.

Después de estos primeros años de escasa ocupación, en 1922 la mansión fue alquilada al ex presidente Marcelo Torcuato de Alvear, quien la ocupó junto a su esposa, Regina Pacini.

Finalmente, en 1928, tras la finalización del período de administración por parte de los primeros propietarios, el palacio de Buenos Aires pasó a ser la residencia de Adelia Harilaos de Olmos.

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Adelia Harilaos de Olmos, una mujer de gran fortuna, es recordada por su ferviente catolicismo y su obsesión por el Palacio Fernández Anchorena, donde residió durante varias décadas.

Durante su estancia en la mansión, Olmos no solo decoró las instalaciones con muebles que aún se conservan en su lugar original, sino que también organizó grandes eventos, bailes y encuentros especiales.

Entre las visitas destacadas que recibió se encuentra la del Cardenal Pacelli, representante del Papa, quien años más tarde se convertiría en el Sumo Pontífice bajo el nombre de Pío XII.

Durante los últimos años de su vida, Adelia Olmos también organizó la visita de Juan Domingo Perón y Evita, quienes pasaron un día en enero de 1948 en el palacio.

Tras el fallecimiento de Adelia Harilaos de Olmos el 15 de septiembre de 1949, se cumplió su voluntad expresada en su testamento del 13 de noviembre de 1947, en el cual legaba su amado Palacio Fernández Anchorena para que se convirtiera en la sede de la Nunciatura Apostólica de Buenos Aires.

Así, en abril de 1952, el edificio adquirió su nueva función y ha sido propiedad de la Santa Sede durante los últimos 71 años, desempeñando un papel destacado como sede de la Nunciatura Apostólica.

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