El Cementerio de la Recoleta se encuentra ubicado en el exclusivo barrio que lleva su mismo nombre, en pleno corazón de la ciudad de Buenos Aires.
Este sitio, además de estar lleno de cultura y arquitectura, es el hogar de muchas historias, leyendas de fantasmas y curiosidades que creerías no necesitar saber… pero te aseguro que sí.
La primera vez que lo visité, volví a mi casa y me quedé con muchas ganas de conocer todos sus secretos así que armé esta lista de curiosidades sobre el cementerio de la Recoleta que no podrás dejar de leer.
Quiero dejar en claro que algunos datos no están certificados al 100% por los profesionales pero, en mi caso, elijo creer.
Un poco de historia
Antes de meterme de lleno en las curiosidades sobre el cementerio de la Recoleta, voy a dejarte un poco de historia para que entiendas el origen de este sitio.
A principios del siglo XVIII, los frailes de la orden de los recoletos descalzos que llegaron a esta zona, construyeron en las afueras de Buenos Aires en el lugar un convento y una iglesia. Los lugareños terminaron denominando a la iglesia de los recoletos en simplemente la Recoleta, nombre que se extendió a toda la zona. Cuando la orden fue disuelta en 1822, el 17 de noviembre de ese año, la huerta del convento fue convertida en el primer cementerio público de la Ciudad de Buenos Aires. Los responsables de su creación fueron el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Martín Rodríguez y su ministro de Gobierno, Bernardino Rivadavia.
Sus dos primeros moradores fueron el niño negro liberto Juan Benito y la joven María Dolores Maciel.
Durante la década de 1870, como consecuencia de la epidemia de fiebre amarilla que asoló la ciudad, muchos porteños de clase alta abandonaron los barrios de San Telmo y Montserrat y se mudaron a la parte norte de la ciudad, a Recoleta. Al convertirse en barrio de clase alta, el cementerio se convirtió en el último reposo de las familias de mayor prestigio y poder de Buenos Aires.
En la actualidad, el Cementerio de la Recoleta es una obra de arte en sí mismo. La entrada principal es un pórtico formado por cuatro columnas de orden dórico griego. Tanto el frontis exterior como el interior poseen inscripciones en latín. Del lado de afuera el mensaje es de los vivos a los muertos: Requiescant in pace, que significa: Descansen en Paz. Del lado de adentro el mensaje es de los muertos a los vivos: Expectamus Dominum, que significa: Esperamos al Señor.
El predio tiene 4.780 bóvedas distribuidas en 54.843 metros cuadrados, más de 90 de las cuales fueron declaradas Monumento Histórico Nacional. El cementerio alberga varios mausoleos de mármol, decorados con estatuas, en una amplia variedad de estilos arquitectónicos. Se halla organizado en manzanas, con amplias avenidas arboladas que dan a callejones laterales donde se alinean los mausoleos y bóvedas. Existe una amplia rotonda central de donde parten las avenidas principales, con una escultura de Cristo realizada por el escultor Pedro Zonza Briano, en 1914.
9 Curiosidades sobre el Cementerio de la Recoleta
1. Los mejores custodios
En el cementerio de la Recoleta hay más de 80 gatos que se instalan de a grupos en distintos sepulcros y forman parte de otro atractivo más para los turistas que visitan el lugar.
Se dice que el gato es un animal muy perceptivo. Solo ellos saben por qué tienen predilección por determinadas bóvedas y allí se alojan, como custodiando y acompañando a los seres que en ellas descansan.
2. La famosa leyenda de la dama de Blanco
Esta historia forma parte de las leyendas urbanas más conocidas de Buenos Aires.
Se dice que Luz María García Velloso murió en el año 1925, con tan solo 15 años, de leucemia. Sus restos se encuentran en una de las bóvedas del cementerio de la Recoleta. Ahí se puede ver la estatua de una chica hermosa, muerta en su lecho. Dicen que la madre de Luz María, desconsolada, durmió durante meses a los pies de la bóveda.
Pero la curiosidad que esconde en realidad de esta historia tiene como protagonista a un joven muchacho que se encuentra con una hermosa chica, a la que invita a cenar y tomar algo. Una cita casi ideal podría decirse. Entrada la noche, cuando la temperatura ya había descendido bastante, él le presta su abrigo mientras terminaban de tomar un café.
Es al día siguiente que, con la excusa de recuperar el abrigo, el muchacho vuelve a la casa de la chica a verla. Atendido por su madre, se entera de la terrible noticia. La hija estaba muerta hacía tiempo y sus restos se encontraban en una bóveda en el cementerio de la Recoleta.
Atónito, el chico se dirige a comprobar lo que la mujer le había dicho. Llega al cementerio y cuando se encuentra frente a la bóveda, no puede creer lo que ve ¡Su saco sobre la misma!
No hay un final cierto sobre el destino del hombre. Algunos dicen que enloqueció, otros que simplemente se quitó la vida. Dicen que durante años, los jóvenes evitaron seducir a chicas en la esquina de Vicente López y Azcuénaga, lugar favorito de la dama de blanco.
3. La nieta de Napoleón
En 1847 arribó a la Argentina el conde Alexandre Walewski, hijo de una amante del Emperador Napoleón, para negociar el fin del bloqueo francés al puerto de Buenos Aires.
A la semana de llegar, su esposa dio a luz a una débil y enferma niña a la que bautizaron Isabel Elvira. El Brigadier General Rosas ordenó que fuese atendida por los mejores médicos, pero los esfuerzos resultaron infructuosos y a los pocos días la niña falleció. Tiempo después, el matrimonio Walewski regresó a Francia, pero decidieron dejar aquí el cadáver de la niña.
Luego de la reforma de 1880 se creyó que Isabel había corrido igual suerte que Miguel Haines (se creía que descansaba aquí, pero no), pero el estudio de los archivos y registros del cementerio permitió demostrar que los restos de la niña descansan en la tumba de su madrina, Mariquita Sánchez de Thompson, aunque no hay ninguna placa que la recuerde.
No pocos cuidadores comentan que ciertas noches puede oírse el llanto de un bebe proveniente de esa tumba, y algunos se atreven a contar que si uno es lo suficientemente valiente como para acercarse, podrá ver a la pequeña Isabel llorando en brazos de su madrina.
4. ¿Aquí descansa el último Delfín de Francia?
Uno de los grandes misterios que envuelve al cementerio (y eso que son muchos) es la verdadera identidad de Pierre Benoit, padre del famoso arquitecto Pedro Benoit.
Algunos historiadores sostienen que en el Cementerio de La Recoleta descansa eternamente Luis XVII, el Delfín de Francia escapado de la Prison du Temple. En 1818 llegó a la Argentina en un buque de guerra bajo el nombre de Pierre Benoît, y ejerció aquí su profesión de arquitecto, siendo por ejemplo responsable de la realización del frente de la Catedral Metropolitana.
En 1853 tuvo un encuentro con un misterioso hombre llegado de Francia, quien decía traer un mensaje para él. Después de esta reunión, Benoît se mostró sumamente perturbado y su salud desmejoró notablemente. Un tiempo después, y ya en su lecho de muerte, confesó ante testigos que en realidad era Luis XVII, heredero del trono francés. Si bien en la actualidad fuentes “oficiales” han descartado esto, sus descendientes continúan litigando en los tribunales franceses para probar la legitimidad de su realeza.
5. ¿Estaba viva?
Cuenta la leyenda que Rufina, hija del escritor Eugenio Cambaceres, fue enterrada mientras estaba viva y quiso escapar.
Se comentaba que Luisa, viuda de Cambaceres y madre de Rufina, el 31 de mayo de 1902, un día en que Rufina cumpliría 19 años, antes de terminar el festejo en la mansión de la calle Montes de Oca y partir hacia su palco en el Colón, oyó un agudo grito.
Una de las mucamas encontró a la joven en el suelo, rígida y fría. El médico sentenció «síncope cardíaco», y al otro día la enterraron en el cementerio de la Recoleta. Pero a los pocos días, alguien le avisó a la familia que el cajón se había movido; cuando lo abrieron, descubrieron a la adolescente con el rostro y las manos rasguñados y amoratados. Dice la leyenda que Rufina habría sido víctima de un ataque de catalepsia y despertó en la oscuridad del sepulcro para volver a morir después de una desesperada lucha.
Desde entonces, Luisa vivió torturada por la convicción de que Rufina había sufrido un ataque de catalepsia ¡y que la enterraron viva! Es por esto que su estatua, de refinado Art Nouveau, tiene su mano derecha sobre el picaporte, tratando de abrir la puerta de la bóveda.
6. Peleados para siempre … literal
Matrimonios con discusiones hay en todos lados, hasta en el cementerio de la Recoleta.
Esta es la historia de Salvador María del Carril (vicepresidente de Urquiza) y Tiburcia Domínguez.
A raíz de una pelea financiera, esta pareja no volvió a hablarse ni a verse en los siguientes veintiún años de convivencia. Cuando Salvador murió, Tiburcia ordenó construir uno de los monumentos funerarios más impresionantes del sitio: él, sentado en un sillón, comodísimo, y mirando al sur.
Pero algo se traía ella entre manos, su última voluntad fue que su busto fuera instalado de espaldas a la estatua de su marido, «como vivimos siempre».
7. Se suicidó para poder descansar en su propia bóveda
En una pequeña bóveda, se destaca un altorrelieve realizado en mármol que representa a un cuidador de este cementerio con su ropa de trabajo, regadera, escoba y un enorme candado con llaves.
Pertenece a David Alleno, quien trabajó en este lugar como cuidador entre los años 1881 y 1910. Se dice que ahorró durante toda su vida para comprar una parcela en la Recoleta. Viajó a Italia, donde le encomendó la estatua al artista genovés A. Canessa.
Cuenta la historia que una vez colocado el bajorrelieve en mármol de carrara, volvió a su casa y se quitó la vida. La ansiedad pudo más: quiso ser inmediatamente sepultado en el lugar que lo obsesionó toda su vida.
Según los trabajadores del cementerio de la Recoleta, algunas noches se escucha el ruido de herramientas y piedra picándose cerca de la bóveda, se ve que David no quedó tan conforme después de todo.
8. Ante la duda, él se preparó
Gath y Chaves fueron dos socios comerciantes muy reconocidos de la época en Buenos Aires.
En 1932 muere Chaves y fue sepultado en una bóveda que se construyó en el cementerio de la Recoleta, a pasos de la entrada. Gath sabía que pronto llegaría su turno. Pero tenía mucho miedo, no por la muerte en sí, sino por la posibilidad de despertar en el ataúd y no poder salir, algo que ocurría de vez en cuando: frecuentemente los ataques de catalepsia podían ser confundidos con la finalización de la vida, las historias sobre personas sepultadas con vida eran comunes y no provenían solamente de la imaginación de algún escritor.
Esto empujó a Gath a tomar todas sus previsiones. Ideó un mecanismo hidráulico dentro de su ataúd por el que al menor movimiento el féretro se abría.
El mecanismo fue probado varias veces antes de 1936, año en que don Alfredo se convirtió en huésped del cajón. Lo ubicaron en su propia bóveda en el cementerio de la Recoleta, no muy lejos de su socio Chaves. Gath murió tranquilo, sabiendo que estaba preparado para regresar del más allá. Pero nunca regresó.
9. La tumba más romántica
El bello grupo escultórico, realizado por el francés Jules Félix Coutan, que enmarca la tumba del teniente general Luis Maía Campos, militar y político argentino, es sin dudas, la más romántica del cementerio de la Recoleta.
La carrera militar de este hombre es amplia y llena de hazañas heroicas durante toda su vida que duró hasta octubre de 1907.
Luis María Campos estuvo casado con Justa Urquiza y fue ella quien encargó al escultor esta obra que muestra a su marido vistiendo su uniforme militar de gala, su espada con el filo hacia abajo (simbolizando una espada en descanso, que ya no luchará más). También, sobre el lateral izquierdo, aparece ella ofreciendo un ramito de jacintos, como el que él le regaló el día que se conocieron.
Sobre el lateral derecho, puede apreciarse otra figura femenina: la Patria, que lo está observando, con su mano apoyada en el escudo nacional. El ángel, en la parte superior, parece indicarle a Luis María Campos el camino hacia el cielo.
Estas fueron algunas de las curiosidades, leyendas e historias que más me llamaron la atención del cementerio de la Recoleta, puedes conocer más haciendo la visita guiada. ¡Si te sientes valiente, se organizan varios recorridos nocturnos por el cementerio!