Si pensabas que en 3 meses podías conocer un país a la perfección, te diría que te lo replantearas. Al menos si vas a realizar una pasantía laboral. Esa fue mi experiencia en Costa Rica, donde pasé 3 meses trabajando en un hotel de súper lujo, después de recibirme de la carrera de Licenciatura en Turismo y Hotelería.
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¿Por qué hacer una pasantía en el exterior?
Viajar sólo te va a dar una perspectiva diferente de las cosas. En mi caso, significó un
redescubrimiento y crecimiento tanto personal, como también laboral. Aprendes a
desenvolverte en situaciones cotidianas solo (a veces más sencillas, otras más
complejas); y lo hagas bien o mal, siempre vas a quedarte con el lado positivo para crecer.
Por ejemplo, durante mi viaje tuve que matar solita insectos a los que les tenía pánico, como también arreglar mis lentes que rompí al mes de estar allá, o mandar un contrato
definitivo a una empresa americana comercializadora de jacuzzis que además sumaba
5 eventos a su estadía de una semana. Y todo suma.
Si sos un apasionado del turismo y la hotelería, como es mi caso, tener la oportunidad
de vivir dentro de un hotel y trabajar incansables horas te va a permitir aprender casi tanto como todos los años de estudio. Y prometo que da gusto trabajar y vivir en el paraíso. Y sí, hay millones de paraísos en este hermoso planeta, pero el mío tenía forma de hotel All Inclusive con playa sobre la costa pacífica de Guanacaste, Costa Rica.
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Si tan sólo te apasiona viajar, aún así esta experiencia te va a resultar magnífica: vas a
vivir temporalmente en un destino único y, después de pasar unas horitas ganando un poco de dinero, vas a poder usarlo para descubrir y ponerte en contacto con todo aquello que te intriga de ese lugar. Es verdad que va a haber momentos excelentes, y otros no tanto, pero cuando termines la experiencia y mires hacia atrás, no vas a ver nada más que cosas positivas, crecimiento y anécdotas para toda la vida.
El plus
Además de la experiencia más personal y profesional, vas a poder conocer el país en su
aspecto físico como también la calidad humana. En el caso de Costa Rica, de su gente nunca te vas a olvidar (y tampoco de su constante “Pura Vida”: su frase característica para expresar que todo está excelente). Ellos siempre van a estar dispuestos a que no te falte nada, a que te sientas como en casa, y no van a faltar las invitaciones para disfrutar tardes en la playa.
Durante los meses que estuve ahí pude conocer bien sus playas de arena volcánica, los hermosos senderos naturales que alcanzan grandes alturas con vistas panorámicas, el hermoso centro turístico de Playa del Coco (para no perderse: el Sunset Catamarán, con snorkel y buceo incluido), reservas de conservación y reforestación de ejemplares vegetales (donde tuve la suerte de colaborar), y claro está, su capital San José. Y permítanme decirles que no pueden dejar este mundo sin ver los atardeceres de Costa Rica. Animate a dar el paso, no te vas a arrepentir.
