Milos, una isla donde la naturaleza parece esculpida por los dioses, se convierte en el paraíso terrenal para los amantes del sol y el mar. Con más de 71 playas, elegir la ideal se convierte en el único desafío, siendo recomendable optar por las menos expuestas al viento, tanto en su costa norte como sur.
En la costa sur, Kleftiko emerge como el destino estrella. Su paisaje, con rocas moldeadas por el viento y aguas cristalinas, se convierte en la imagen perfecta de esta isla, hogar de la célebre Venus de Milo. Descubierta por un campesino local en el siglo XIX, su hallazgo ocurrió cerca del antiguo teatro y las catacumbas en la capital, Plaka.
La playa de Sarakiniko, un rincón paradisíaco en medio de una isla griega, presenta una belleza lunar única. Su blancura impecable contrasta con el resto de playas del mundo, ofreciendo un paisaje hipnótico.
En la costa sur, la cueva de Sykia deslumbra con su combinación escultórica y aguas cristalinas. Esta gruta, tallada por la erosión del viento y el mar, ofrece una vista espectacular desde la playa, pero la verdadera experiencia se vive al bajar y disfrutar de esta rareza costera, pura poesía visual.
Ubicada en la costa norte, Papafragas sorprende al revelar una garganta estrecha y profunda que se sumerge en el mar. Acceder a ella implica aventura: descender por empinados escalones revela una cavidad marina semiabierta con paredes de roca blanca que se alzan hacia el cielo. Aunque magnética, su playa de guijarros puede resultar peligrosa, desaconsejándose nadar en aguas turbulentas.
El pintoresco puerto de Adamas, centro urbano popular, recibe a los ferries desde Atenas. Su encanto se compone de una interminable sucesión de terrazas junto al mar, una preciosa iglesia y calles encaladas. Aquí, un pequeño museo revela la rica historia minera y la geología volcánica de Milos.
Klima, una aldea bajo Trypiti, cautiva con sus casas-embarcadero de colores brillantes y arquitectura tradicional. Las puestas de sol desde este rincón rivalizan con la belleza del paisaje.
Otro centro urbano encantador, Pollonia, ofrece una experiencia auténtica. Su pequeño puerto y playa invitan a disfrutar del encanto tradicional frente al mar.
La capital, Plaka, conserva vestigios de la mitología griega. Desde su castillo veneciano, se obtiene una vista panorámica espectacular. El Museo Arqueológico alberga una copia de la Venus de Milo, complementando la experiencia junto a las aguas termales de la cueva de Hipócrates.
Mandrakia, con sus casas tradicionales y puerto pesquero, ofrece una vista impresionante del mar Egeo. El bullicio de los pescadores y sus restaurantes hipnotiza más allá de su aspecto postal.
La gastronomía de Milos, simple, natural y sabrosa, se convierte en un atractivo adicional. Restaurantes como Medousa, Navagio y Armenaki ofrecen un festín de sabores auténticos.
Milos, un destino donde cada rincón cuenta una historia, cada playa es un poema visual y cada experiencia es un regalo para los sentidos. La isla perfecta que ofrece un sinfín de tesoros naturales y culturales, invitando a vivir un capítulo único en el libro del viajero.
