Durante la Segunda Guerra Mundial, Islandia se vio afectada por las restricciones de importación de muchos de los productos que su población acostumbraba a consumir.
En consecuencia, era casi imposible conseguir o acceder a muchos de los productos y obsequios deseados como regalo de la Navidad. Sin embargo, el papel no era uno de esos productos que Islandia importaba. Por lo que la medida tampoco afectaba a la industria y producción del papel.
A medida que se acercaba la fecha de la Navidad y las celebraciones por la llegada del fin de año, los islandeses habían posicionado a los libros como el regalo de preferencia para agasajar a familiares y/o amigos.
Así, ni más ni menos, fue como surgió la tradición del ‘Jolabokaflod‘, un concepto utilizado para describir ‘la inundación de libros en Navidad‘.
A partir de entonces, en Islandia las personas compran muchos libros previo a la llegada de las Fiestas, para regalarlos y disfrutarlos leyéndolos en casa. Una práctica que perduró en el tiempo, incluso una vez finalizados los enfrentamientos entre países participantes de la Segunda Guerra Mundial. Por tal motivo, la mayoría de las editoriales deciden lanzar sus estrenos literarios y nuevas ediciones durante la recta final del año.
Según ha indicado un estudio de la asociación de editores islandeses, aproximadamente 7 de cada 10 islandeses compran un libro o más como regalo de Navidad. La misma entidad ha destacado que Islandia comprende el país menos poblado de Europa, pero que, sin embargo, es el que publica más nuevos libros per cápita en el mundo, detrás de Reino Unido.
Tal como consta en el legendario ritual, posterior a la cena familiar del 24 de diciembre, los islandeses dedican un momento de lectura junto a la chimenea.
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