«Indiscutible gobernante de la pelota»: La emotiva carta de despedida a Diego Maradona de Emmanuel Macron, presidente de Francia

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Con un relato que parece tan poético como desgarrador, Emmanuel Macron, presidente de la República Francesa, ha dispuesto de un gran número de palabras de despedida a Diego Maradona, en una profunda reflexión sobre la vida de quien no duda en llamar «el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos«.

Algunos dicen que desde hace tiempo no se daba tal conmoción mundial por un suceso tan triste como este. La muerte de Lady Di podría haber sido el último recuerdo capaz de estremecer sin importar geografía ni idioma. Por su parte, el presidente Alberto Fernández valoró la sentida carta escrita por el mandatario francés: «Es un texto que va directo al corazón«.

"Indiscutible gobernante de la pelota": La emotiva carta de despedida a Diego Maradona de Emmanuel Macron, presidente de Francia
«Indiscutible gobernante de la pelota»: La emotiva carta de despedida a Diego Maradona de Emmanuel Macron, presidente de Francia

Francia se hace eco de la despedida a Diego Maradona con una carta de Emmanuel Macron: El texto completo

La mano de Dios había depositado a un genio del fútbol sobre la tierra. Ella nos lo quitó, de un regate inesperado que engañó a todas nuestras defensas. Habrá querido zanjar, con este gesto, el debate del siglo: ¿Es Diego Maradona el mejor futbolista de todos los tiempos? Las lágrimas de millones de huérfanos son la dolorosa evidencia.

Nacido en un barrio humilde de Buenos Aires, Diego Armando Maradona hace soñar a su familia y a todo el barrio con sus pases de piernas que pronto crucificarán a los mejores defensores europeos. Boca Juniors y los míticos clásicos lo revelan en el fúbol mundial. Fue Barcelona quien se ganó el diamante, creyendo que finalmente habían encontrado al sucesor de Johan Cruyff para dominar de nuevo el fútbol europeo.

Pero es en Nápoles que Diego se convierte en Maradona. En el sur de Italia, el pibe de oro redescubre la desmesura de los estadios sudamericanos, el fervor irracional de los aficionados y lleva a Nápoles por el camino del Scudetto, a los techos de Europa. El mezzogiorno se venga de la historia y solo el refuerzo de Platini permitirá a la Juventus pelear de igual a igual con su histórico rival.

Jugador suntuoso e impredecible, el fútbol de Maradona no tenía nada recitado. Con una inspiración siempre renovada, constantemente inventaba gestos y tiros que venían de otro lado. Bailarín con botines, más bien un artista, encarnaba la magia del juego.

Pero todavía tenía que escribir la historia de un país herido por la dictadura y una derrota militar. Esta resurrección tuvo lugar en 1986, en el partido más geopolítico de la historia del fútbol, un cuarto de final de Copa del Mundo contra la Inglaterra de Margaret Thatcher. El 22 de junio de 1986, en México, marca el primer gol con Dios como compañero de equipo. El milagro fue discutido, pero el árbitro no vio nada. Vino el «gol de siglo», convocando a los más grandes regateadores del fútbol: Garrincha, Kopa y Pelé, todos juntos en una sola acción.

En 50 metros, en una corrida alucinante, pasó por encima de la mitad del equipo inglés, amagó el arquero, Shilton, antes de meter la pelota dentro del arco y a la Argentina entre los cuatro mejores de la Copa del Mundo. En el mismo partido, Dios y el diablo, marcó los dos goles más famosos de la historia del fútbol. Antes había un Rey Pelé, ahora hay un Dios Diego.

Con la misma gracia, la misma soberbia insolente, se metió en la final que marcó con el gesto más hermoso del fútbol: el paso decisivo, el gol de los números 10. Cuando levantó la copa, nació un mito: el niño terrible se convirtió en el mejor jugador del mundo. Y la Copa del Mundo vuelve a Argentina: esta vez es la copa del pueblo, no la de los generales.

Diego Maradona vivirá también el sabor del pueblo fuera de las canchas. Pero sus expediciones a Fidel Castro y Hugo Chávez tendrán el sabor de una derrota amarga. Fue dentro de la cancha donde Maradona hizo la revolución.

El Presidente de la República saluda a este indiscutible gobernante de la pelota que tanto amaron los franceses. A todos aquellos que ahorraron para completar finalmente el álbum de Panini México 1986 con su figurita, a todos aquellos que trataron de negociar con su pareja para llamar a su hijo Diego, a sus compatriotas argentinos, a los napolitanos que dibujaron murales dignos de Diego Rivera en su efigie, a todos los amantes del fútbol, el Presidente de la República envía sus más sentidas condolencias. Diego se queda.

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