Esta azafata dejó un mensaje en el baño de un avión y salvó a una joven de vivir un infierno

Sheila Fedrick
Redactor
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La azafate de Alaska Airlines, Sheila Fedrick, sintió que algo no estaba bien allí. Tuvo una corazonada. En el momento en el que vio los ojos de la adolescente rubia con cabello grasoso, supo que algo andaba mal. Estaba sentada en el asiento pegado ventanilla en el pasillo 10 de un vuelo de Seattle a San Francisco.

«Parecía que estaba viviendo en un infierno», dijo Fedrick, sobre la joven de unos 14 o 15 años, y que estaba viajando con un hombre mayor y muy bien vestido. El notable contraste entre los dos encendió la alarmas en ella.

Fedrick trató de entablar una conversación con los dos, pero el hombre se puso a la defensiva.

En ese momento me decidí a dejar una nota en uno de los baños. Ella escribió y respondió: ‘Necesito ayuda'».

En ese momento Sheila llamó al piloto y le contó todo. Y cuando el avión aterrizó, la policía esperaba en la terminal.

Esta es la clase de intuición que la azafata retirada Nancy Rivard, fundadora de Airline Ambassadors, está tratando de inculcar en el personal de la industria aérea en los Estados Unidos. Rivard los entrena para que puedan detectar el tráfico de personas.

El departamento de aduanas e inmigración en los Estados Unidos capturó a 2.000 traficantes de personas e identificaron a 400 víctimas en el 2016.

La semana pasada, Rivard y otros colegas viajaron hasta Houston (Texas) para conocer a unas 100 azafatas de distintas aerolíneas que se ofrecieron como voluntarias para iniciar entrenamientos con la organización. Les enseñaron a identificar a aquellos pasajeros que se mostraran temerosos, avergonzados o nerviosos; personas que viajaran con alguien que no aparentara ser su padre o familiar; o niños o adultos con aparentes marcas de maltrato en su cuerpo.

También les enseñaron a notar si alguien insistía en hablar por la aparente víctima, que no la perdiera nunca de vista o que se pone a la defensiva cuando le preguntan algo; y si la víctima está drogada.

Tal vez, una de las lecciones más difíciles que brindan en el entrenamiento es la de tener que retirarse, no actuar, cuando existe la sospecha de que se está ante la víctima de trata.

En esos casos el protocolo es el siguiente: la azafata o auxiliar de vuelo llama al piloto cuando existe la sospecha de que se está ante un caso de tráfico de personas. Luego el piloto llama al aeropuerto de destino en donde se notifica a las autoridades.

 

 

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