Un vuelo de LATAM Airlines se convirtió en una pesadilla cuando una turbulencia extrema hizo que el avión cayera abruptamente en pleno vuelo, dejando al menos 50 personas heridas y provocando momentos de verdadero pánico a bordo.
Según relataron los pasajeros, la caída fue tan repentina y violenta que muchos salieron despedidos de sus asientos, golpeando contra el techo de la aeronave y cayendo en los pasillos. “El avión, sin previo aviso, simplemente cayó. Nunca había experimentado algo así en una turbulencia. Las personas fueron lanzadas por los aires, golpearon el techo y terminaron en el suelo”, describió Brian Jokat, uno de los viajeros, en declaraciones a ABC News de Australia.

El avión, un Boeing 787 Dreamliner, cubría la ruta entre Sydney y Auckland y tenía previsto continuar hasta Santiago de Chile. A pesar del caos a bordo, logró aterrizar en Auckland sin mayores incidentes. Sin embargo, la escena en el interior de la cabina era impactante: paneles del techo destrozados, sangre en los pasillos y pasajeros en estado de shock.
Muchos de los heridos no llevaban cinturón de seguridad cuando ocurrió el incidente, lo que habría agravado la situación. “Si estabas en tu asiento, pero sin cinturón, saliste disparado contra el techo. Yo tuve suerte de estar ajustado en ese momento”, agregó Jokat.
Las imágenes grabadas dentro del avión muestran el caos tras la fuerte sacudida: pasajeros angustiados, heridos siendo atendidos en el suelo y restos de los paneles rotos en la cabina. Al aterrizar, paramédicos atendieron a alrededor de 50 personas, la mayoría con heridas leves, aunque algunos pasajeros sufrieron golpes más severos.

LATAM Airlines emitió un comunicado explicando que la aeronave experimentó un “movimiento fuerte” debido a un “evento técnico”, aunque no se han revelado detalles sobre la causa exacta. La aerolínea lamentó lo sucedido y aseguró que la seguridad de sus pasajeros es su prioridad.
Este incidente se suma a una serie de problemas recientes en la industria aérea. En enero, un Boeing 737-9 Max de Alaska Airlines tuvo que aterrizar de emergencia cuando una parte de su fuselaje se desprendió en pleno vuelo, aumentando la preocupación por la seguridad en los aviones comerciales.