Diversos estudios demográficos, firmados por Naciones Unidas, el Centro Wittgenstein y el Centro para el Desarrollo Global, afirman que Europa necesitará, en las próximas décadas, a decenas de millones de trabajadores para poder sostener el nivel de vida que lleva adelante el viejo continente. Sin embargo, las políticas actuales y legislaciones sobre la inmigración lejos están de promover ese objetivo.
“No bastará con alargar la edad de jubilación, incorporar más mujeres al mercado laboral o aumentar la natalidad. Tampoco será suficiente con robotizar aún más la economía productiva o seguir deslocalizando empleos como hasta ahora”, declaró Charles Kenny, experto en desarrollo humano y tecnológico del Centro para el Desarrollo Social en Washington DC.
Recordemos que Europa vive un contexto post pandemia, de muy baja natalidad y envejecimiento de la población. «Solo la inmigración puede corregir este desequilibrio, y la de origen africano será la que con más naturalidad podrá aportar la mano de obra necesaria para mantener el crecimiento”, explicó Kenny.
Japón es un claro ejemplo para Europa, ya que vivió una situación bastante similar. Cuando su población era más joven, en la década de los ochenta, el crecimiento rozaba el 4%, hoy que el 25% de los japoneses tiene más de 60 años, el PIB avanza apenas un 0,4%.
La incorporación de mujeres al campo laboral y retrasar la edad de jubilación de los 63 a los 65 años no contribuyó a mejorar el panorama. La tasa de natalidad sigue siendo una de las más bajas del mundo. Europa, con una tasa de 1,55 hijos por mujer, sigue por el mismo camino que Japón.
Si aumentar la natalidad es difícil, aumentar la inmigración, en contra de lo que pueda parecer, tampoco es fácil. Japón lo intenta sin éxito desde hace años. A pesar de facilitar la contratación de trabajadores extranjeros, no los consigue. Menos de 47.000 atendieron una llamada en el 2019 pensada para captar a 300.000. Aunque algunos asignen esta dificultad a la cultura o la barrera idiomatica.
“África salvará a Europa de la crisis demográfica”, insiste Kenny, y Juan Ramón Jiménez, experto en migraciones del CIDOB y doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la UPF, está de acuerdo. “Las economías africanas seguirán creciendo, pero no al ritmo suficiente para dar empleo a millones y millones de jóvenes. Debemos tener en cuenta, asimismo, que la crisis climática empujará a muchos africanos a buscar oportunidades fuera del continente”.
“Los inmigrantes crean más empleo, no se lo quitan a nadie. Al incorporarse a sus nuevos países, consumen bienes y servicios, y pagan impuestos. Hacen crecer la economía”, añadió Kenny, destacando positivamente la llegada de los inmigrantes en busca de puestos de trabajo vacantes en el viejo continente.
Fuente: La Vanguardia
