Viajar en avión puede ser un desafío para quienes no se sienten bien, especialmente si tienen síntomas de gripa o fiebre. Además de poner en riesgo tu salud, también podrías comprometer la de los demás pasajeros. Aquí te explicamos por qué volar enfermo puede ser peligroso y cuándo deberías evitar hacerlo.
Cambios de presión: un riesgo para tus oídos y cabeza
El cambio en la presión atmosférica dentro del avión puede afectar a personas con resfriados o infecciones en las vías respiratorias. La incapacidad de igualar la presión en tus oídos puede causar molestias como:
- Dolor intenso en los oídos o la cabeza.
- Riesgo de hemorragias o incluso ruptura de un tímpano en casos extremos.
Antes de viajar, asegúrate de que tus oídos puedan compensar la presión. Si no escuchas el típico «chasquido» al tragar o al taparte la nariz para soplar suavemente, es mejor posponer tu vuelo.

¿Y si tienes fiebre? Consulta con un médico primero
Viajar con fiebre puede ser peligroso, tanto para ti como para los demás. La fiebre generalmente indica una enfermedad subyacente, muchas veces contagiosa. Además, los cambios de presión durante el vuelo pueden empeorar tus síntomas.
Otros riesgos de volar con fiebre incluyen:
- Mayor probabilidad de trombosis debido a la inmovilidad prolongada.
- Falta de reposo, lo cual es crucial para la recuperación.
Si tienes fiebre, consulta a un médico antes de viajar para evaluar tu situación y evitar complicaciones.
¿Es obligatorio cancelar el vuelo con síntomas leves?

Aunque un resfriado leve no necesariamente implica que debas cancelar tu viaje, siempre es importante priorizar tu salud. Si decides volar, toma medidas preventivas, como usar tapabocas, mantenerte hidratado y considerar analgésicos para aliviar los síntomas.
Recuerda, un cuerpo sano maneja mejor los cambios en la presión y el ambiente del avión. Si no te sientes en óptimas condiciones, evalúa si el viaje es realmente necesario.
Prioriza tu salud y la de los demás pasajeros: volar enfermo no siempre es la mejor decisión.