En 1979, en el norte de Brasil, un hallazgo inesperado cambiaría para siempre la historia: Serra Pelada, una montaña que escondía en sus entrañas uno de los depósitos de oro más grandes del mundo.
Lo que comenzó como un descubrimiento accidental pronto se convirtió en una fiebre descontrolada. En apenas unos días llegaron más de 10.000 buscadores de oro, y en su apogeo, la mina llegó a reunir a 100.000 hombres que luchaban contra el barro, el calor sofocante y la desesperación de alcanzar la fortuna soñada.
Las imágenes de la época parecen irreales: una ladera cubierta por miles de cuerpos embarrados, trabajando hombro a hombro como un gigantesco hormiguero humano. Sin maquinaria ni tecnología, lograron lo impensado: destruir una montaña de 140 metros de altura y transformarla en un lago de 150 metros de profundidad.
La fiebre del oro de Serra Pelada trascendió como una leyenda y quedó inmortalizada en las icónicas fotografías de Alfredo Jaar y Sebastião Salgado, que mostraron al mundo un retrato brutal, épico y fascinante de la ambición humana.
Una historia de fortuna, obsesión y sacrificio que todavía hoy se recuerda como el mayor frenesí del oro en América Latina.








