En un sorprendente hallazgo, Tony, un hombre que caminaba por una playa en Peterborough, Australia, encontró una botella de vino cubierta de conchas que había sido lanzada al océano desde Brasil hace 16 años. En su interior, había un mensaje que conectó dos historias separadas por más de 13.000 kilómetros de distancia y casi dos décadas.
El autor del mensaje, Joe Johnson, un entusiasta de los viajes marítimos, escribió en 2008 una carta durante un crucero por las costas de Brasil, entre Río de Janeiro y Salvador. Su intención era estudiar las corrientes oceánicas y, con un toque de humor, ofrecía 20 dólares a quien encontrara la botella y se tomara el tiempo de responderle.
La carta, que sobrevivió intacta a su largo viaje, decía:
«Su curiosidad ha dado sus frutos. Gracias por recuperar esta botella y tomarse el tiempo de ver qué había dentro. He colocado botellas como esta en varios océanos con la esperanza de que personas como usted puedan encontrarla y devolverme la nota a EE.UU.»
Joe, quien vive en Towson, Maryland, quedó asombrado al enterarse del hallazgo. «Es increíble saber que terminó en Australia», comentó emocionado en una entrevista para ABC Radio Melbourne. Además, confirmó que enviará los 20 dólares prometidos a Tony, aunque un encuentro en persona parece poco probable debido a la distancia.
Este descubrimiento no solo emocionó a las redes sociales, sino que también recordó la importancia de estos experimentos, que permiten analizar las corrientes oceánicas y el impacto de los desechos plásticos en el medio ambiente. La travesía de esta botella es una muestra del asombroso recorrido que pueden hacer los objetos a través de los océanos del mundo.